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SANTA FAUSTINA


Santa Faustina nació en Polonia en 1905, en una pobre y numerosa familia campesina, en la cual se le inculcó fuertemente, en particular a través de su padre, el amor a Dios. Con tan sólo un año y medio de estudios escolares, y habiendo trabajado como servidora doméstica, ingresó por inspiración divina en 1925 al Convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde combinó sus deberes religiosos con las tareas de cocinera, jardinera y portera en su convento

A esta sencilla monja, no formada, pero dotada de una vida interior llena de profundas revelaciones divinas y extraordinarias experiencias espirituales, la escogió el Señor Jesús como "Secretaria" y "Apóstol" de su Divina Misericordia, "en preparación a Su segunda venida". A través de ella quiso Jesús recordar al mundo la eterna verdad del amor misericordioso de Dios al hombre, transmitiendo nuevas formas de devoción a la Divina Misericordia e inspirando un movimiento de renacimiento de la vida religiosa en el espíritu cristiano de confianza y misericordia

Jesús dijo a Sor Faustina:

"Deseo que Mi misericordia sea venerada; le doy a la humanidad la última tabla de salvación, es decir, el refugio en Mi misericordia"..." Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos".

La vida espiritual de Sor Faustina se basó en la humildad profunda, la pureza de intención y la obediencia amorosa a la voluntad de Dios, a imitación de las virtudes de la Santa Virgen María. Escribió y sufrió en secreto. Solamente su director espiritual y algunas de sus superioras estuvieron conscientes de que algo especial pasaba en su vida. Después de su fallecimiento por tuberculosis múltiple, a los 33 años de edad, hasta sus compañeras más cercanas se quedaron asombradas al descubrir las profundas experiencias místicas y los grandes sufrimientos que le habían sido dados a esta hermana, que siempre había sido tan alegre y humilde.

Sor Faustina escribió en su diario dirigiéndose a Jesús: "Mi mayor deseo es que las almas te conozcan, que sepan que eres su eterna felicidad, que crean en Tu bondad y alaben Tu infinita Misericordia". En un comentario profético, Sor Faustina escribió en su diario: "Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que apenas empezará. Oh, almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios".