
Cuando perdonamos, damos un caro regalo, como Dios nos lo hace a nosotros y no podemos controlar de qué manera la otra persona lo usará ese regalo, bien o mal. Pero podemos rechazarlo para seguir encadenados al pasado a través de los lazos de la ira y el juicio.
La ira es un acido que destruye a quien lo contiene. Perdonamos cada año porque necesitamos hacerlo para estar saludables. Pedimos perdón porque lo necesitamos incluso más.
(Mathewes-Green)
No hay comentarios:
Publicar un comentario